Historia de la persona sorda.


Historia gestual y el devenir de la comunidad sorda de Quito.

Al ser una población geográficamente dispersa, la mayoría de niños y niñas sordas se encuentran por primera vez con sus pares en instituciones educativas especializadas.
De ahí, que Mier et al.
(2010) sostenga que las lenguas de señas emergen poco a poco, junto con la comunidad de hablantes que se forma en estos primeros espacios de socialización.
Sin embargo, no profundiza en la agencia de los individuos, en la construcción y el desarrollo de una comunidad, así como de una lengua propia.
En el caso de las personas sordas de Ecuador no bastó con encontrarse en un mismo lugar, ya que los paradigmas normalizadores instaurados desde la fundación de la primera escuela en los años cuarenta prohibieron el desarrollo de una lengua e inhibieron la formación de una identidad compartida.
La comunidad sorda, en consecuencia, fue un esfuerzo consciente; es decir, las personas sordas, a través acciones concretas en favor de sus miembros, construyeron una colectividad fuera de las aulas, en canchas de futbol y posteriormente en asociaciones.
En este artículo analizaremos la “historia gestual” sorda con el objetivo de comprender cuál fue su devenir y qué hizo posible la consolidación de esta comunidad en la ciudad de Quito a través de las memorias de Guillermo Zurita, fundador del club deportivo Ecuador Sporting Silencioso así como las memorias de Alfredo Toro, fundador y primer presidente de la Asociación de personas sordas de la provincia de Pichincha (APSOPP), institución que inició el movimiento asociativo entre personas sordas en el país.
Las entrevistas realizadas a ambos personajes formaron parte de un amplio trabajo de campo que se realizó por más de trece meses.
La elección de estos dos actores está relacionada con su amplio reconocimiento dentro de la comunidad sorda.
Sin embargo, es importante señalar que sus relatos no representan la totalidad de experiencias de las personas sordas, pues la memoria es inagotable y, por lo tanto, la historia que se forma a partir de ella es siempre incompleta.
En términos metodológicos, lo que más interesa a esta investigación son las propiedades subjetivas de los relatos, a través de los cuales se producen y reproducen las memorias de la comunidad. 
Portelli (1991) explica que los relatos orales que posee una comunidad más allá de constituir repositorios de hechos históricos, dan cuenta de un proceso activo de creación de significados, es en ese mismo sentido que nos referimos aquí a “relatos gestuales”, en tanto unos y otros poseen las mismas características.
Así tanto los relatos gestuales como los orales suelen contarse y discutirse una y otra vez a lo largo del tiempo.
Los narradores reconstruyen acontecimientos lejanos, los ordenan y colorean, y los entrelazan con las narrativas sobre la identidad de la comunidad.
Así edifican un pasado común en función de los sentidos del presente.
Es justamente, en su capacidad de develar lo subjetivo en la que encontramos su importancia.
Nos muestra el significado de un acontecimiento y la relación entre este y su narrador (Ibíd.).
La imaginación, el simbolismo y el deseo, es decir, el contenido emocional que encontramos en las narraciones es lo que las hace complementarias en la investigación histórica.

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